Ese eco en que me llega tu mirada dilata mis argumentos para el romance, desarma mis tácticas de batalla
Aquel reflejo me ha vuelto vulnerable, indefenso a la caricia de refracción, a la casualidad de estar de espaldas tan atentos el uno del otro
El rostro carece de identidad, es borroso y sin embargo destella en la retina como una alucinación
¿Me observas? O ¿solo haz enamorado a un opaco holograma?
Yo en cambio recibo señales de vidrio de tu cabeza inclinada
De tus pupilas incrustadas en ese material precioso del que se compone la ilusión
Del claxon; del viento que anuncia tu parada
Se levanta tu espalda, desciendes a tu destino
Me dejas el bosquejo de un oasis,
Quedo pensando en ti mientras trato de configurar tu rostro en la calcomanía de la virgen que lo ha remplazado
Timbro y antes de bajarme me despido de mi reflejo que ha decidido continuar junto al tuyo hasta el final de nuestra ruta colectiva.
2 comentarios:
Al menos queda algo, el bosquejo de un oasis.
O de un viaje que no se olvida, o de la propia ilusión que por un instante fue milagro.
Me gustó encontrarte.
Alicia
muchas gracias Alicia...
Es cierto siempre queda algo, quiza lo escrito, quizas lo recordado... es el juego de las presencias-ausencias que se materializan aquí en la palabra...
Gracias de nuevo por tu comentario
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