Ese eco en que me llega tu mirada dilata mis argumentos para el romance, desarma mis tácticas de batalla
Aquel reflejo me ha vuelto vulnerable, indefenso a la caricia de refracción, a la casualidad de estar de espaldas tan atentos el uno del otro
El rostro carece de identidad, es borroso y sin embargo destella en la retina como una alucinación
¿Me observas? O ¿solo haz enamorado a un opaco holograma?
Yo en cambio recibo señales de vidrio de tu cabeza inclinada
De tus pupilas incrustadas en ese material precioso del que se compone la ilusión
Del claxon; del viento que anuncia tu parada
Se levanta tu espalda, desciendes a tu destino
Me dejas el bosquejo de un oasis,
Quedo pensando en ti mientras trato de configurar tu rostro en la calcomanía de la virgen que lo ha remplazado
Timbro y antes de bajarme me despido de mi reflejo que ha decidido continuar junto al tuyo hasta el final de nuestra ruta colectiva.